jueves, 4 de noviembre de 2010


"Visitar la URSS fue de las mayores decepciones de mi vida"

07 Oct 2010 
Por Javier Conde

Entrevista realizada en 2009

El escritor nacido en Arequipa (Perú) en 1936, autor de novelas, obras teatrales, artículos y ensayos, considera que el presidente Hugo Chávez "es la continuación de una tradición caudillista, del hombre fuerte, que cree que con su carisma va a resolver todos los problemas"
Miguel Henrique Otero junto al rey Juan Carlos y Mario Vargas Llosa en reunión de la SIP
Miguel Henrique Otero junto al rey Juan Carlos y Mario Vargas Llosa en reunión de la SIP

En el discurso que pronunció al recibir el Premio Rómulo Gallegos, en 1967, le advierte al poder que "la literatura es fuego, que ella significa inconformismo y rebelión, que la razón de ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica". ¿Sigue fiel a esos conceptos? 

-Sigo fiel y creo que lo estoy demostrando. Sigo siendo una persona muy independiente, que critica lo que le parece que anda mal y aplaude lo que le parece que anda bien. Yo creo que la función del escritor es ser el vocero de la protesta, de aquellos anhelos, sueños, ideales que el poder político es incapaz de conseguir. La literatura es para mí el vehículo que expresa mejor ese descontento profundo; cuando se reprimen la protesta y la crítica que anida en el ser humano es cuando comienzan los problemas.
-También dijo en aquella ocasión una frase que pretendía ser profética: "Que el socialismo nos libere de nuestro anacronismo y nuestro horror", ¿la recuerda?

-Me acuerdo muy bien que la dije porque la creía en ese momento. Pero la historia nos ha mostrado que el comunismo en su visión extrema era absolutamente incapaz de librarnos de nuestro horror. Por el contrario, añadía nuevos horrores a los que ya vivíamos y eso la historia lo ha mostrado con la desaparición de la Unión Soviética, que era la gran ciudadela de esa forma de socialismo, con la desaparición de la China de Mao Tse Tung, que era la otra visión extrema del socialismo, y su conversión en un capitalismo autoritario. Del socialismo hay una cosa que rescatar, una ética, una idea de que la sociedad tiene una responsabilidad con aquellos que no pueden por sí mismos participar en la lucha por la vida y ese aspecto ético del socialismo es perfectamente rescatable, pero no puede ser monopolio de los socialistas.

-¿Qué hechos lo condujeron a la ruptura con esas ideas?

-Fue un proceso, que comienza precisamente en esos años. Yo fui muchas veces a Cuba, y vi como cada vez el modelo cubano, que parecía de un socialismo abierto, se iba identificando con el socialismo autoritario de la Unión Soviética. La represión cerraba los pequeños espacios de libertad que había. Después yo conocí la Unión Soviética y la verdad es una de las mayores decepciones que he tenido en mi vida. Yo nunca imaginé que la patria del socialismo, con la que nos sentíamos tan identificados, era una sociedad clarísimamente injusta. Había unos privilegios concentrados en una élite política, mientras que el resto de la población vivía en la escasez y en el desconocimiento de lo que existía en el mundo por la censura. Fue a partir de entonces cuando comencé a revalorizar a la democracia, que los comunistas decían que era una máscara para ocultar la explotación.

-¿Es Chávez un personaje novelístico? ¿Hay algo en él del protagonista de Historia de Mayta de Antonio Conselheiro?

-Es un personaje muy prototípico de América Latina y del Tercer Mundo en general. Fuerte, el caudillo, el mesías, es un personaje que está presente en el subdesarrollo, que cree que por su voluntarismo, que por su carisma va a resolver todos los problemas, en realidad no los resuelve, crea nuevos problemas, y es un problema para que prospere una cultura realmente democrática. Eso es lo que representa el comandante Chávez, la continuación de una tradición caudillista.

-Usted habló durante esta semana de la izquierda insensata y la sensata... 

-A esa izquierda sensata hay que darle bienvenida a la vida política, es la que está en el gobierno de Chile, de Brasil, de Uruguay. Yo espero que haya esa izquierda democrática y que haya una derecha democrática, que represente una forma de crítica y de alternancia en el poder. En el pasado la derecha ni la izquierda eran democráticas en América Latina, la derecha creía en los militares y la izquierda en la revolución.

-¿Es válido aún hoy delimitar esos campos entre izquierda y derecha?

-Hay un espacio en el que la izquierda y la derecha se confunden si son democráticas y si son liberales, entonces eso es lo que debemos defender, y lo que hay que combatir son las formas extremas de la izquierda representada por un Chávez, un Evo Morales.

-En el caso de Chávez ese extremismo no tiene nada que ver con los extremismos de la izquierda de los setenta y ochenta.

-Todavía no, pero se están cerrando los espacios de libertad. Hay un margen de libertad de prensa en el que se puede criticar, se pueden decir estas cosas, pero ¿qué pasó con RCTV?, ¿qué va a pasar con Globovisión?, que está cercada, amenazada, y en cualquier momento puede venir el zarpazo. En Europa llaman a eso la técnica del salchichón, poquito a poquito se van acallando las voces independientes.

-Ya que menciona a Europa, Chávez ha contado allí con miradas y opiniones complacientes.

-Es una forma inconsciente de racismo, le gustan los personajes pintorescos que no admitirían en sus propios países. Yo tuve una polémica con Gunter Grass, el gran escritor alemán, que en su país defendía la socialdemocracia y era crítico de los comunistas, pero cuando vino a América Latina dijo que teníamos que seguir el ejemplo de Cuba. ¿Por qué el comunismo es bueno para América Latina y es malo para Alemania? Personajes como Chávez o Evo serían ridiculizados por la clase política europea, pero les divierte cuando vienen de América Latina.

-La crisis del capitalismo parece arrimar más leña al fuego de la revolución, ¿ no cree?

-La izquierda que está acorralada por la historia reciente va a sentir que ahora tiene nuevos argumentos para enfrentar al sistema que había derrotado completamente al comunista. No hay duda de que por exceso de codicia, de avaricia, se ha provocado esta catástrofe económica. Tiene que haber una mayor vigilancia de las instituciones financieras que han actuado con gran irresponsabilidad, pero el sistema no va a desplomarse, estamos viendo cómo en menos tiempo del que se creía comienza a haber una recuperación, el sistema de la libre empresa y de mercado muestra su gran capacidad de adaptación.

-Venezuela vivió en los ochenta la etapa de la antipolítica que, para algunos analistas, llevó al país a lo vive ahora, ¿qué deben hacer los partidos para recuperarse y ayudar a la reconstrucción democrática venezolana?

-No se deben repetir los errores del pasado. Venezuela tuvo 40 años de democracia política ejemplar, pero tuvo muy malas políticas económicas, la prueba es que los problemas sociales no se resolvieron. No hubo políticas liberales sino mercantilistas, hubo mucha corrupción y eso creo que preparó el fenómeno Chávez. Cuando venga la reconstrucción democrática es muy importante que los partidos aprendan esa lección y apliquen políticas que reduzcan la pobreza, para crear oportunidades, que es perfectamente posible hoy en día, porque lo han conseguido muchos países.

-¿Y en ese escenario cómo observa el papel de los medios, a veces criticados, y no sólo por el Gobierno, por intentar sustituir a los partidos políticos?

-Yo creo que los medios en Venezuela están dando una batalla. La resistencia se expresa a través de los medios de comunicación independientes, al mismo tiempo creo que es muy importante que los medios practiquen la democracia de verdad.

-¿Cómo sería eso?

-Respetando la independencia de los periodistas, siendo verdaderas tribunas para el debate civilizado, esa es la responsabilidad que tienen, que muchas veces en el pasado no asumieron porque fueron defensores de intereses de particulares mucho más que del conjunto de la sociedad, pero yo creo que las malas experiencias educan y después de esto los medios van a salir enriquecidos.


Así soy, de izquierda 

En buena hora para Perú -dice Vargas Llosa-. Alan García está siguiendo una política liberal, democrática, de defensa de la libre empresa y del mercado, que él no vacila en identificar con la derecha, a pesar de las raíces del APRA, el partido fundado por Raúl Haya de La Torre, en el que milita el presidente peruano.

-¿Es en verdad García un hombre de derecha?


-Su política así lo indica, más allá de la tradición de izquierda de su partido. En Chile, por ejemplo, lo que hace la concertación es la defensa de la empresa privada, si esa política es de izquierda, yo también soy de izquierda. Una forma sutil de decir donde se ubica hoy, después de ese tránsito vital que lo hizo crítico, a veces feroz, de las formas autoritarias de socialismo y de los nacionalismos a ultranza, en nombre de los cuales, confiesa, se produjeron los grandes horrores del siglo pasado.

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