Escrito por Silvio Rendón
26 de octubre de 2008
Lo contó Mario Vargas Llosa en El pez en el agua:
En medio de la guerra sucia, hubo también episodios de comicidad patafísica. Se llevó la palma una información aparecida el 30 de mayo en el diario aprista Hoy. Aseguraba transcribir textualmente un informe secreto de la CÍA sobre la campaña electoral, en el que se me atacaba con argumentos que se parecían mucho a los de la izquierda aborigen. Por mi simpatía hacia Estados Unidos y mis críticas a Cuba y a los regímenes comunistas yo, de llegar al poder, podía crear una peligrosa polarización en el país y azuzar los sentimientos antinorteamericanos. Estados Unidos no debía apoyar mi candidatura, pues era inconveniente para los intereses de Washington en la región. Apenas eché un vistazo al artículo, presentado con un titular escandaloso («Soberbia y obstinación de MVLL teme Estados Unidos»), dando por supuesto que era uno de los embustes que fraguaba la prensa gobiernista. Cuál no sería mi sorpresa cuando, el 4 de junio, el embajador de Estados Unidos vino a darme incómodas explicaciones sobre aquel texto. ¿Entonces, no era fraguado? El embajador Anthony Quainton me confesó que era auténtico. Se trataba de la opinión de la CÍA, no de la embajada ni la del Departamento de Estado y venía a decírmelo. Le comenté que lo bueno de esto era que los comunistas ya no podrían acusarme de ser un agente de la celebérrima organización.Comentario: ¿Cómo filtró la CIA un informe secreto a un diario aprista como “Hoy”? Para soltarles algo así tienen que tener un contacto de relativa confianza. Y desde luego, la actividad de la CIA en el Perú tiene que pasar por la aprobación del gobierno americano.
No tuve muchos contactos con la administración de Estados Unidos durante la campaña. La información en ese país sobre lo que yo proponía era abundante y daba por hecho que, tanto en el Departamento de Estado como en la Casa Blanca y en los organismos políticos y económicos relacionados con América Latina, habría simpatía hacia quien defendía un modelo de sociedad democrática liberal y una estrecha solidaridad con los países occidentales. Los contactos con los organismos financieros y económicos de Washington —el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, en los que el gobierno norteamericano tenía influencia decisiva— los llevaban Raúl Salazar y Lucho Bustamante y sus colaboradores y ellos me tenían al tanto de lo que parecía un buen entendimiento. (…). El Frente no recibió un centavo de ayuda económica de instancia alguna norteamericana, donde, como revela aquel documento de la CÍA, había incluso agencias que, por defender de manera demasiado explícita la democracia liberal, pensaban que yo era un peligro para los intereses de Estados Unidos en el hemisferio.
Si bien “la opinión” puede haber sido de la CIA y no del Departamento de Estado, cuando se realiza una filtración a un medio peruano, con lo cual se interviene en las elecciones peruanas, ya estamos hablando de una política de estado. Por supuesto que un diplomático no puede reconocer públicamente una intervención de este tipo, como que Mario Vargas Llosa lo reporta como un tema de “opinión”. Un gran eufemismo y una gran mecida. Sin embargo, la filtración fue auténtica y constituyó una señal de aliento para los apristas que apoyaban abiertamente y por todo los medios a Fujimori, y de desaliento para Vargas Llosa, quien inocentemente creía que contaba con el apoyo americano por su afinidad ideológica con los gobiernos americanos de los ochentas, republicanos ellos.
Mario Vargas Llosa tenía efectivamente abundantes contactos en las más altas esferas del gobierno americano, pero, por lo que él mismo cuenta, eran contactos en los que por lo visto él ilustraba a los altos dirigentes americanos sobre temas latinoamericanos. Vargas Llosa se había relacionado a nivel intelectual, con algunos funcionarios públicos y a nivel de organismos multilaterales, importantes para romper el cerco económico (en realidad político-económico) al Perú, provocado por Alan García.
Y desde luego que los americanos conocían muy bien a Vargas Llosa. Si hubieran creído desde siempre que el escritor y candidato era muy polarizador, habrían podido persuadirlo de suavizar un poco su mensaje. Pero no lo hicieron. Suena a que lo dejaron actuar, solo, a ver qué hacía. Cuando lo vieron fracasando, o lograron una mejor figura política para el Perú, se orientaron en su contra y le dieron la espalda.
Para entonces, Montesinos, “nuestro hombre en Lima”, ya estaba muy bien integrado al equipo de Fujimori, habiéndolo limpiado de las denuncias sobre su desbalance patrimonial. Si Vargas Llosa con la democracia liberal era muy polarizador y un peligro para los intereses americanos en la región, Fujimori con el autoritarismo era muy consensual y más en línea con los intereses americanos en el Perú y en la región.
¿Y qué intereses eran esos? ¿Por qué Fujimori era tan superior a Vargas Llosa en opinión del gobierno americano? Algunas pistas se dan en este post.
Años después Madeleine Albright montaría en cólera al enterarse de que Montesinos tenía su propio juego y le estaba filtrando armas a las FARC desde Jordania… Los intereses americanos dejarían de pasar por apoyar a Fujimori … y a Montesinos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario