lunes, 11 de octubre de 2010


La catadura de Vargas Llosa

Por Federico Salazar


El premio Nobel de Literatura para Mario Vargas Llosa es una buena noticia para todos. Hay, sin embargo, quienes lamentan tener que felicitarlo.

El diario cubano Granma reconoció sus aportes a la literatura universal, pero agregó que “lo que ha construido con la escritura lo ha ido destruyendo con su catadura moral”. Le reprocha “la obsecuencia ante los dictados del imperio”.


Vargas Llosa es un crítico del régimen cubano. Por eso, el vocero oficial del partido comunista gobernante en Cuba no puede dejar pasar la oportunidad para descalificar sus “desplantes neoliberales”.

Vargas Llosa puede ser cualquier cosa menos obsecuente. Como todo ser humano, tiene defectos y virtudes. La obsecuencia no es una de sus características... al contrario.

Vargas Llosa avaló al régimen castrista hasta 1971, cuando encarcelaron al poeta Heberto Padilla. Comenzó entonces, también, un viraje ideológico, en búsqueda de posiciones a favor de la libertad.

Lo que Granma llama “desplantes neoliberales” son las convicciones que tiene Vargas Llosa en relación a la libertad personal y los límites del poder. Esas ideas pueden estar equivocadas o no, pueden ser consistentes o no, pero de ninguna manera son fruto de la obsecuencia o el interés.

Vargas Llosa no es un “neoliberal”. Es un propagandista del punto de vista en el que cree. En muchos casos ese punto de vista coincide con posiciones en favor de la libertad; en otros, no.

En relación a la cultura, por ejemplo, Vargas Llosa sostiene un punto de vista conservador, no liberal. Así lo reveló en el debate que tuvo aquí en Lima con el propio Milton Friedman. Así  lo revela en su artículo “La civilización del espectáculo”, que desarrollará en una próxima publicación.

Vargas Llosa cree en las libertades y usa su prestigio y su capacidad mediática para difundir esos puntos de vista.

Tiene derecho a ello y, además, lo hace porque cree que debe hacerlo. Eso lo ha llevado a criticar a Fidel Castro y al régimen cubano, y eso es lo que Granma declara reprochable. Es justamente lo que, más bien, lo hace irreprochable desde el punto de vista de la moral pública.

Yo discrepo de muchas de las cosas que piensa y dice Vargas Llosa, pero me parece que su actuación pública, medida en los términos de sus convicciones, es irreprochable.

Lo que establece nuestra “catadura moral”, después de todo, no es nuestro servicio a un régimen tal o cual, sino la fidelidad a las convicciones que suscribimos desde la intimidad. Hay que reconocerle a Vargas Llosa esa honestidad.

2 comentarios:

  1. considerando q federico salazar fue maltratado en el pez en el agua...muestra una critica muy objetiva y neutral

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  2. La crítica de Salazar es vargasllosianamente buena.

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