lunes, 18 de octubre de 2010


Mario Vargas Llosa, el escribidor conversador


RECONOCIMIENTO. DOCTOR HONORIS CAUSA POR LA UNIVERSIDAD DE MÁLAGA

El escritor peruano, eterno candidato al Premio Nobel, está considerado como uno de los literatos más granados del planeta
Una de las tragedias de grandes literatos, de los totémicos, de los que perduran, es haberse muerto sin que apenas le reconocieran en vida su valía. Cervantes, un poner, constituye un ejemplo lacerante. No es el caso de Mario Vargas Llosa, eterno candidato al Nobel, consagrado premio Cervantes y Príncipe de Asturias (1986), al que ya casi no le queda sitio en su charretera ni en su estantería para colocar tantos reconocimientos.

Un escribidor de éxito, comprometido intelectual que baja a la arena de tinta de la prensa, liberal beligerante que coqueteó con la izquierda en su juventud y se atrevió a embozarse el poncho de la política como candidato presidencial en Perú, y baluarte imprescindible de una generación de grandes escritores latinoamericanos que descubrieron al mundo la magia de su inventiva.

Afable, gran conversador y mejor escribidor, enamorado de la pintura, apasionado de los toros, devoto del ayuno como terapia levitante, amigo de sus amigos, Vargas Llosa es un personaje entrañable y honesto que a nadie deja indiferente. Venera tanto a los clásicos como a Flaubert, del que es un consumado experto, inquieto hasta el punto de subirse a un escenario a hacer teatro o de muñir reportajes junto a su hija Morgana, fotógrafa, en convulsas esquinas del mundo como Irak, íntimo de García Márquez -amistad que terminó con incidente pugilístico-, adora los hipopótamos: «El animal más tierno, más delicado y más bonito que he visto» y le encanta la yuca frita. Recala desde hace más de veinte años en Marbella donde tiene avenida y estrella de la fama. La Universidad de Málaga lo nombra este miércoles doctor honoris causa en plena madurez creativa, que ha acreditado con sus últimos libros: 'El paraíso en la otra esquina' y 'Travesuras de la niña mala'.

Peruano, Vargas Llosa nació un domingo florido de 1936 en casa de sus abuelos en Arequipa, un pueblo de hojaldre de cal en sus fachadas que reencuentra, con cariño y nostalgia, en Andalucía. Parte de su infancia la trasiega en Bolivia, en Cochabamba. De allí a Lima. Un episodio medular de su vida, por decreto de un padre autoritario, fue su internado en 1950 en la academia militar Leoncio Prado. Dos años de férula que luego plasmó, magistral, en su novela 'La ciudad y los perros' (1963), uno de sus primeros éxitos. Sus vivencias, retazos autobiográficos, arman algunas de sus grandes obras. Casado casi como un furtivo, tan solo con 18 años, con Julia Urquidi, su tía, agavilló 'La tía Julia y el Escribidor' (1977).

Estudia Letras y Derecho, y escarcea con el periodismo en radio y diarios. De su experiencia en estas lides surge 'Conversaciones en La Catedral' (1969), uno de sus textos más redondos que reconoce como parto preferido. Fue registrador de tumbas en el cementerio para sostener la casa y, tras pisar por primera vez París galardonado en un concurso de relatos, recorre la amazonia peruana del Alto Marañón, paisaje que convertirá en tramoya de otro de sus éxitos: 'La Casa Verde' (1966). Inicia a principios de los sesenta un doctorado en Filología Románica en la Complutense madrileña, que abandona para retornar a París donde vive hasta 1966. En mayo de 1965, años ya separado, contrae matrimonio con Patricia Llosa, prima hermana y actual esposa. Se traslada a Londres donde imparte clases en la Universidad. Trabaja en 1967 como traductor para la Unesco en Grecia, junto a Julio Cortázar, y descubre Barcelona donde coincide, entre otros, con Gabriel García Márquez, con quien mantendrá una larga amistad, luego quebrada.

Imparte clases en la Universidad de Puerto Rico y, en Londres, obtiene una cátedra en el King's College. En 1970 consolida su residencia en Barcelona, donde permanecerá durante cinco años. Su cuarta y popular novela 'Pantaleón y las visitadoras' la publica en 1973. En 1981 aparece 'La guerra del fin del mundo', un éxito editorial que logra, 'rara avis', tres ediciones en el primer año.
Candidato
Sus posteriores escarceos con la política como candidato a la presidencia de Perú (1989) frente a Fujimori tienen antecedentes porque rechazó cinco años antes ser primer ministro, cargo que le ofrece Fernando Belaúnde Terry. En 1993 obtiene la nacionalidad española -que suma a la peruana- abjurando del régimen «felón y autoritario» instaurado en su país. Ese año gana el premio Planeta con 'Lituma en los Andes' y en 1994 le otorgan el Cervantes. Ingresa en 1996 en la Academia de la Lengua. Diserta sobre Azorín. Protagoniza en 2000 otro aldabonazo literario con 'La fiesta del chivo', inspirada en la feroz dictadura dominicana de Trujillo. Luego, su alegoría sobre la utopía con Flora Tristán y su nieto Paul Gauguin como referentes. Mario, auténtico, un escribidor que conversa con soniquete melodioso, que aún escribe a pluma y que teme el «sueño espantoso» de Gates de acabar con el papel: «Puede llegar a ser una realidad pero espero que sobreviva una minoría de catecúmenos que en la clandestinidad mantenga viva la cultura del papel, del libro, inseparable de la literatura».

No hay comentarios:

Publicar un comentario