Juventud, Parte I
(1959-1964)
En 1959, tras graduarse el año anterior, Mario Vargas Llosa, acompañado por su esposa Julia, viaja Madrid gracias a una beca de doctorado en Letras de la Institución Javier Prado de Lima. La intención era continuar profundizando, en la Universidad Complutense, el estudio de la ficción de Rubén Darío (no su poesía), pero, como cuenta Julia en sus memorias, Mario no pudo llevar esta tarea a cabo al tener como asesor de tesis a un maestro inadecuado y abusivo, que intentaba apropiarse de las investigaciones del peruano. (Recién en 1971, Mario obtendría su doctorado con un ensayo sobre García Márquez, Historia de un deicidio.)
Aunque esto a la larga no importa, porque la llegada a Europa es el primer gran paso en busca del terreno que consideraba más estimulante para su ya clara carrera de escritor: "El matrimonio con la tía Julia fue realmente un éxito y duró bastante más de lo que todos los parientes, y hasta ella misma, habían temido, deseado o pronosticado: ocho años. En ese tiempo, gracias a mi obstinación y a su ayuda y entusiasmo, combinados con una buena dosis de buena suerte, otros pronósticos (sueños, apetitos) se hicieron realidad. Habíamos llegado a vivir en París y yo, mal que mal, me había hecho un escritor y publicado algunos libros." (La tía Julia y el escribidor, 1977, Capítulo XX).
La mudanza a París se da en 1959, cuando Mario decide abandonar los estudios de doctorado. Gracias al apoyo desde Lima de Raúl Porras y su ex maestro de universidad Luis Alberto Sánchez, consigue algunos trabajos temporales. Esta estadía en la Ciudad Luz durará aproximadamente 7 años, y en este periodo consigue trabajos diversos. Su dirección era "17, rue de Tournon - París VI, Francia."
Como profesor de español en la Escuela Berlitz, donde para ser aceptado debió aprender la z y la c como los españoles y el método en quince días. En competencia con 14 españoles gana el concurso: "Eso era como un campo de concentración. Uno no sabía a qué horas tenía que enseñar. El día anterior sólo nos anunciaban la primera hora de enseñanza: de 9 a 10. Era para que no nos dedicáramos a otras cosas. Luego nos decían las horas restantes: de 12 a 1, de 3 a 4, de 6 a 7. Y a veces hasta me enviaban a la Academia Berlitz de Versalles. Eran 180 francos por hora y yo sólo podía escribir los domingos".
En 1960 consigue un trabajo más estable al ingresar como periodista en la sección española de France Presse y colaborador en los programas de la Radio y Televisión Francesa para América Latina, aquí junto a su esposa. Selecciona noticias, las traduce al español, las dice por radio y tiene a su cargo una mesa redonda literaria a la semana: "Mi trabajo comienza a las 11 de la noche y termina a las 3 y media de la madrugada. Leo hasta las 6 y duermo hasta las 12. Por las tardes, escribo. Escribo unas seis horas diarias y a veces más. A veces hasta 10 horas al día" (Caretas, agosto de 1966).
En octubre de 1962, es comisionado por la ORTF para realizar labor periodística en la ciudad de México, acompañando al presidente De Gaulle, quien -entre otros eventos- iba a inaugurar una gran exposición en el famoso bosque de Chapultepec. Ese mismo día debía realizar un reportaje a propósito de la Fiesta de los Muertos de los indios Tarascos, al interior del territorio mexicano. En esta visita conoce a Carlos Fuentes, quien con Mario habría de destacar en la novela latinoamericana de los 60. De allí pasó a Cuba, que por esos días se encontraba convulsionada con la invasión a la Bahía de Cochinos.
En diciembre de 1962, Mario es anunciado como el ganador del Premio Biblioteca Breve que entregaba la Editorial Seix Barral, gracias a su novela La ciudad y los perros, presentada con el título de Los impostores (y cuyo título temporal fue de La morada del héroe). Entabla además una amistad continua con el editor Carlos Barral, cabeza de Seix Barral. Mario había venido escribiendo el manuscrito desde el mismo barco que lo llevaba hacia Madrid, como cuenta Julia en sus memorias, y gracias a la ayuda de ésta transcribió varias veces el original para la corrección posterior. Esta primera novela de Mario está considerada como el evento que inició el llamado "boom" de la novela latinoamericana. En Lima, el libro provoca reacciones de rechazo por parte de las autoridades del Colegio Leoncio Prado, donde se sitúa la novela. Algunas de las noticias injuriosas a la novela y al autor puede leerlas haciendo clic aquí.
La historia más detallada de estos años parisinos en el anonimato, previos a La ciudad y los perros, se encuentra en el libro de Julia Lo que Varguitas no dijo, aunque sea un punto de vista parcial: mientras conocemos asuntos de vida marital, no podemos conocer los eventos de crecimiento como escritor que tiene Mario en esos años. Se divorcia de Julia Urquidi entre 1964 y 1965.
"Cuando la tía Julia y yo nos divorciamos hubo en mi dilatada familia copiosas lágrimas, porque todo el mundo (empezando por mi madre y mi padre, claro está) la adoraba. Y cuando, un año después, volví a casarme, esta vez con una prima (hija de la tía Olga y el tío Lucho, qué casualidad) el escándalo familiar fue menos ruidoso que la primera vez (consistió sobre todo en un hervor de chismes). Eso sí, hubo una conspiración perfecta sobre todo para obligarme a casar por la Iglesia, en la que estuvo involucrado hasta el arzobispo de Lima (era, por supuesto, pariente nuestro), quien se apresuró a formar las dispensas autorizando el enlace. Para entonces, la familia estaba ya curada de espanto y esperaba de mí (lo que equivalía a: me perdonaba de antemano) cualquier barbaridad" (La tía Julia y el escribidor, 1977. Capítulo XX)
En 1962 había empezado a trabajar simultáneamente en dos relatos, uno acerca de la selva y otro acerca de sus recuerdos piuranos. Para recoger material sobre el Amazonas y los indígenas, viaja en 1964 a la selva, repitiendo otra experiencia de 1958 en compañía del antropólogo mexicano Juan Comas. Terminará fundiendo los dos relatos en una novela que titulará La Casa Verde (1966), que está dedicada a Patricia.
Mario Vargas Llosa sobre un aspecto de su transición de joven a adulto:
Fumando Espero [Haga clic sobre el título para leer un artículo de Mario sobre su abandonada adicción a la nicotina]
"Fui un adolescente profundamente romántico, que se enamoraba como los seres de las novelas románticas, y al mismo tiempo gozaba y sufría extraordinariamente con esos amores, que eran siempre muy apasionados y que yo vivía de una manera mucho más dramática, trágica, de lo que eran en la realidad.Y en mi vida, el amor es algo muy importante: es y ha sido un gran apoyo para trabajar, para escribir, para tomar decisiones. (...) Desde que yo era muy joven empecé a sentir una serie de reservas frente a la religión, porque la religión combatía lo que a mí me parecía respetable, que era el deseo. "
"Esta es una fuente de enriquecimiento para el hombre. Y así como no soy una persona que esté a favor de la promiscuidad, por ejemplo —porque creo que ella abarata el sexo y envilece la experiencia sexual—, en cambio estoy por la defensa intransigente del deseo. Entonces, su condena, su represión, su abolición ética o religiosa es algo que desde muy niño —al principio de una manera muy confusa, luego de una manera más razonada— me llevó a cuestionar la religión. Creo que los hombres tienen derecho al placer, que el placer es algo muy respetable y defendible en toda su extrañísima diversificación, complejidad, matices y variantes, que tienen que ver con la complejidad misma del ser humano".
© Augusto Wong Campos, 2004. Yahoo! Geocities Inc.
No hay comentarios:
Publicar un comentario